martes, 21 de abril de 2009

Los Bacaladeros de la PYSBE


Galicia tierra de marineros,de hoy y de siempre. Este sería un buen título para definir la vida de los hombres más duros del mar.
En la década de 1942, los hombres de mar, deseosos de ganar más dinero en los barcos del bacalao
deciden embarcar en barcos que se dedican a dicho oficio.
A sabiendas de la vida dura de Terranova, faenando abordo de algunos barcos de madera que no superaban los veintidos metros de eslora(como por ejemplo; el Mar del Norte) buques con un motor de trescientos cv, que salían del puerto de La Coruña y de Pasajes en busca del preciado péz,
sin miedo a enfrentarse a las grandes olas que los temporales cruzaban las latitudes de Terranova.
Algunos hombres del Ayuntamiento de Poyo, decidían hacerlo valiendose de la ilución de ganarse un dinero para mejorar sus vidas y las de sus familias.
Entre el pueblo de Campelo y Combarro, eran más de cuarenta hombres los que salían de sus casas el dos de enero para enrolarse. Durante seis meses el barco era su hogar.

Sería en el puerto de Pasajes cuando Pysbe se funda en el año 1926. Nacía la gran industria bacaladera,donde llegó a haber más de cuarenta parejas, o, lo que es lo mismo, ochenta barcos.
Pysbe en 1945 se va para Ferrol- La Coruña.
Los hombres de Combarro en el año 1946 todos eran marineros de oficio, pues sólo había un carretero y un carpintero que no salían a pescar.

Los hombres buscaban barcos mejores y de mayor cabotaje, no les importaba salir más lejos, lo importante era pescar para llenar las bodegas y regresar a España lo antes poxible.
La Pysbe,compañia naviera de La Coruña, había construido unos grandes buques que se conocían como Bacaleros, en ellos, cuarenta hombres trabajando al intemperie en su cubierta, elaboran el pesacdo que recogen en sus redes.
Estos buques que superaban más de cuarenta metros de eslora, eran verdaderas factorías humanas,donde los hombres,cuando abundaba las pesca,solían estar veinticuatro horas sin dormir y trabajando continuamente. Muchas veces al amanecer, lo primero que debían hacer era sacar las escarchas de hielo que recubría la cubierta y los estais de los palos.
Era esa dura lucha del hombre contra las tormentas marinas,donde abundaban las desgracias. Se recompensaba cuando al llegar de la marea cobraban ochocientas pesetas, que habían ganado en los seis meses.

Aun que venían cansados de trabajar, a los cuatro días de estar en casa, algunos ya solían embarcarse en los barcos del puerto que salían a pescar sardina por la ría.
Lo más hermoso que recuerdo de aquellos valientes marinos, era que, cuando llegaban de la pesca solían traer se san Juan de Terranova unas buenas botas de caña alta de color blancas de la marca flecha, donde se lucían poniendolas cunado salían a pescar en los barcos de Combarro,a ello, les seguía el orgullo de fumar tabaco Player o Esport, que dejaba un aroma muy bueno cuando pasaban caminando por la calle o en el muelle. Algunas veces los chavales les pedíamos un cigarrillo para saborear aquel humo que, marcaba una modernidad que estaba llegando a las futuras generaciones de jóvenes marineros.
En el año hacían dos campañas, pero entendían que la del invierno era considerada como muy mala, a causa de los temporales que cruzaban los mares de Terranova y san Pier de Miquelón. Para algunas familias de Combarro esa vida les dejó marcadas a causa de la pérdida de los hombres que al morir en la mar eran enterrados en san Juan o san Pier.

Las primeras casas que se empiezan a renovar en Combarro eran las de aquellas familias de marineros que se enccontraban en esos buques de pesca.
En 1960 ya ganaban en la marea tres mil pesetas, pero creyendo que era mejor en las parejas de Pasajes, la mayoría de los hombres del pueblo se marcharon para embarcarse allí. En esos años fué la gran avalancha de Pasajes, donde se dice que llegó a haber más de 3000 marineros enrolados.
Al regreso de la campaña solían venir en taxi,donde traían un saco de cabezas de bacalao saladas cada hombre para venderlas y también comerlas en sus casas.
En 1942 en La Coruña se funda Pebsa, y Copiba en Vigo.
Copiba, años más tarde la compraría Pescanova,donde formaría su cede y base principal para la pesca de merluza en Sur Äfrica.
En 1965 se hace famosa la pesca de la merluza y los marineros de Combarro enterados de que en el sur el tiempo es más estable, deciden embarcarse en Pescanova y otros, para seguir su vida marina hasta el día de poder dejar la navegación.

lunes, 13 de abril de 2009

As insuelas: Combarro


AÑOS DE HAMBRE:


A principios del siglo veinte, los habitantes del pueblo de Combarro se encontraron en su vida cotidiana con una gran escasez de medios para subsistir a los años más duros de la hambruna, que asolaba también al resto de Europa debido a las guerras.

hogares para comer, solos o con arroz. Eran las mujeres las que más se dedicaban a ese trabajo recorriendo todas las piedras en las que sabían que abundaba el bivalvo.


En 1912 el gobierno de Pontevedra, crea una escollera a lo largo de la ría de Pontevedra desde el puente de la Barca hasta la playa de la Cabecera, terminando en dos postillones con balizas fijas. A raíz de hacer las dos escolleras los vecinos de Combarro descubren que en dichas piedras el mejillón es abundante y muy bueno, lo que les lleva a dedicarse a su extracción durante muchos años.

Es precisamente en el año 1941 cuando es tanta la gente que va a por dicho molusco que no dan tiempo a que críe de nuevo, debiendo tener que rebuscar muy difícilmente entre sus ranuras y sitios difíciles de llegar con los medios que disponían para recogerlo. El dispositivo más común era una pequeña horquilla de dos dientes cerrados y una vulgar pala de madera o hierro, aunque también solían llevar una poda de hoja ancha que usaban para recoger leña en el monte vecinal.

que luego las cubrían tapándolas con un paño húmedo. Al día siguiente, por la mañana, iban a Pontevedra, cargando en sus cabezas dicha patela, donde luego era vendida en la plaza de abastos por docenas. De esa forma, comían y también ganaban unas pesetas por ese duro trabajo que era mayormente hecho por las mujeres.

Los habitantes de Pontevedra les agradecían esa forma de llevarles algo de marisco aunque ya estaba cocido, pero en buenas condiciones higiénicas; lo que también les ayudaba a combatir el hambre que padecían en esa época.

Pasado los años difíciles de la escasez de alimentos, los vecinos de Combarro, sabiendo que aquella costumbre era una manera de ganarse un dinero, lo convirtieron en un negocio más. Hasta la década de 1960 se siguió vendiendo el molusco cocido en la plaza de Pontevedra.


Un día ciertos señores de la capital, conocedores de la riqueza del mejillón, que crece constantemente a lo largo de toda la ría, deciden probar un criadero de un modelo que habían traído de Barcelona, fondeando frente a la playa de la isla de Tambo dos bateas de madera. El resultado fue tan propicio y abundante que unos años mas tarde llegaron a estar fondeadas más de cincuenta bateas entre Tambo y Combarro. A raíz de este negocio, que también daba trabajo a las mujeres del pueblo, se fue perdiendo la costumbre de ir a las piedras a por mejillón. El de las bateas resultaba más limpio y grande. Era envasado en sacos de esparto de treinta kilos que se mandaban para la plaza de Pontevedra y también para las grandes ciudades.

Según se sabe; en el pueblo de Combarro ya extraían el mejillón de las rocas en el año 1800, para venderlo en la Vila. (Pontevedra)