jueves, 26 de marzo de 2009


BOU DE VARA. Arte de pesca de arrastre.

El Bou de vara, se conoce en el puerto de Combarro como Vedrines. Tiene 7 metros de largo.
En el año de 1958, a consecuencia de la cantidad de bateas mejilloneras que fueron poniendo por toda la zona de la ensenada de Combarro (Lodo) se descubre que abunda entre ellas la nécora, pues se estaba formando un gran criadero a travéz de sus cuerdas llenas de bivalvos.
Una familia de Redondela que residía en Combarro, conocedores de esa arte de pesca(la tenían en la ría de Vigo) pues en Combarro era desconocida. Prueban una red dando un resultado expléndido trabajando entre las bateas. Al saber de que la nécora de ese fondo era muy especial por su comida, pronto su fama llega a Madrid y Barcelona.
Sabedores de esa prosperidad, el comprador de mariscos de Sanxenxo Salvador Vidal, se preocupa de comprar la mejor para exportarla a toda España. Ello hizo que durante aquella década, los pescadores de Combarro que disponían de un barco a motor (racu) se hicieron a la mar con dicha arte, su resultado fué tan beneficioso que en un verano se dejó de pescar sardina por la ganancia que dejaba la nécora.
La flota llegó a ser de catorce barcos, qué durante las horas del día solían pescar un saco de nécora de talla superior.
La venta se hacía en la plaza de abastos de Pontevedra. Hoy está prohibido.

martes, 3 de marzo de 2009

Petroglifos en Vilar- Poio


Desde la antigüedad, (año 600) el coto de Poyo, ya estaba considerado como una zona evitada por gentes de la época. No sé exactamente hasta que fecha se puede deducir de que hubo gente viviendo en sus alrededores, sólo nos encontramos esas señas de sus pasos por algunas piedras de su montaña o sitios de peñascos.

Para que el pueblo de Combarro haya progresado muy distintamente, es de esperar que en sus laderas de montaña, hace mas de tres mil años, algunos habitantes conocían las tierras y costa que cercaba la zona desde Chancelas hasta Campelo.

Sí miramos desde Combarro, hacia el norte, a través de la montaña, nos encontramos con tres puntos de marcación de aquellas gentes que- se supone- fueron los que en un tiempo más tarde, sería los habitantes de Combarro.

Según algunos estudios arqueológicos, dice que en el pequeño montículo de Sividá, -a quinientos metros de Combarro- existió una aldea o Castro. Por ello, desde ese sitio mirando hacia el oeste, a trescientos metros de distancia, se encuentra en unas rocas, varias marcas de sus rudimentarios dibujos de petroglifos.


Hace dos años cuando se quemó la mayor parte de los montes de Poyo, un día descubro en la zona de Vilár, entre un pinar, en una gran roca, unas marcas de petroglifos de distintas formas. Círculos y pequeños pozos hechos en línea, formando un cuadrado. Mi curiosidad como historiador de Combarro, quise analizar cuidadosamente aquellas señales de unos habitantes que pudieron vivir en sus alrededores.

Hoy Vilár, es un grupo de casas que no pasa de diez y, se encuentra en la ladera del monte del Esperón. La tierra de mis abuelos maternos.

Dichas marcas me hicieron creer que, aquellos primeros pobladores de Vilár y Esperón, eran los que en una época, recorrían los caminos hasta llegar a Combarro, en busca de pescado, posiblemente – chocos y sollas-. Estos estarían en abundancia por toda la playa, desde Chousa hasta Campelo.

Suponiendo de que aquellas gentes al encontrar abundancia de comida en la costa y playas, podían decidir en vivir allí, al lado del mar, en la zona de —hoy la Rúa — que siglos después se formaría lo que conocemos como Combarro.

Esta serie de marcas de petroglifos y quizás algunos más que aún están por descubrir, nos dan ha entender, que fueron ellos los que poblaron esos montículos y progresaron a través de los siglos.

Al carecer de escritos no hay datos fiables, pero de Combarro se sabe que siempre fue un pueblo de pescadores y con esa gran playa llena de mariscos bivalvos, las suposiciones me resultan razonables.