miércoles, 18 de febrero de 2009

pinturas



Hórreo en el muelle de la Rúa, año 1950.
Pintura al óleo pintado en tela. Precio 90 €.

martes, 17 de febrero de 2009

Hórreos de constrans




Desde la antiguedad, se sabe de los hórres en Combarro, pero eran de" constrans".
Se trataba del modelo "primitivo" donde sus formas y materiales varían mucho. Aunque, la altura de sus pies es la misma, el tejado era de paja de centeno y se reponía cada dos años. Los costados sin esquinas eran hechos de varas de sauce entre cruzadas, formando un tejido compacto con ranuras por donde debía circular el aire.
La razón principal de que dichos hórreos los pusieran a lo largo del muro, a la orilla del mar, era porque les favorecía la humedad del agua salada. Al humedecer su interior y formár salinidad en lo que se guarda dentro, favorece a la conservación de los frutos y pescados salados .
En el año 1960, aún existían dos horreos de constrans; uno en Chousa y el otro en la Rualeira.
Cuando una familia disponía de dos hórreos, el que era de constrans, lo tenía para guardar frutas y semillas de centeno y maíz. Estos hórreos no solían tener cerradura en la puerta, pero ésta siempre debía estár cerrada.

viernes, 13 de febrero de 2009

As palleiras de Chousa



Este cuadro que pinté, refleja la vida de los pescadores en el puerto de Chousa "Combarro".
Está hecho a oleo sobre tela. Cuando era playa la zóna, los barcos solían atracar a dicho rincón formando una imagen única de contraste con los tres horreos que aún existen hoy. Precio 100 €

La pesca de bajura


Cuando se habla de Combarro es indispensable el nombrar las pescas y artes que en él abundaron a lo largo de los siglos.
Como en el mar abundan tipos de peces también se necesitan tipos de red.
Los escritos nos dicen que en el siglo VII el pueblo ya era de pescadores, pero es sobre el XIII cuando nombran las artes de sacadas y cercos. Lo que los marineros entendemos que se trata de la jábega y cerco de gareta.
Hace cuatro años, en mi investigación en la biblioteca del Museo de Pontevedra, encontré unos dibujos de un famoso escritor de la época, donde se ve claramente tres tipo de artes de pesca. La jábega, el cerco y el palangre de boyas. (pelágico )

Ello me hizo pensar que serían las redes que más eran empleadas por los pescadores en aquellos siglos, al carecer de otros conocimientos como hoy.
Ya los datos que se conocían en 1900 eran de que los aparejos que se tenían en el pueblo en esos años de 1600 eran jabega y boliche.
Pero a principios del siglo XX las gentes del pueblo ya hablaban de otras artes, como la rapeta, la piardera, el bou, la pesqueira, o el trasmallo. (este último a mí me resulta un tanto dudoso, porque no los hubo hasta los años 1980 )
Yo sólo recuerdo, en todo el ayuntamiento de Poyo, a un solo barco de motor en el puerto de Rajó que tenía el arte del trasmallo, en el cual sólo andaba su dueño a bordo.
Pero si hacemos caso a los comentarios de las gentes, a través de los años, encontramos que el cerco y trasmallo no eran originarios del pueblo. Más bien eran de Pontevedra,
pues al final de la guerra de España es cuando los armadores del pueblo montan la red de cerco traídas de la Moureira.

Unas redes de gran importancia era la pesqueira y la entallada. Ambas muy parecidas dentro de su trabajo, aunque la entallada podía tener un largo de mil metros y trabajar en ella más de veinte personas.
En 1910, las playas de Marín eran muy buenas para la pesca de la pesqueira que atrapaba las sollas en la red al bajar la marea. Lo mismo que le pasaba a la entallada que al quedar en seco atrapaba los mujes en la red, ensacados en los senos que formaba dicho paño vertical, levantado por enormes estacas clavadas cuando aún estaba la marea llena.

Combarro, al poseer la gran llanura de playa con la bajamar, se consideraba una zona muy importante para la pesca de la solla. Este era un pez muy sabroso y de carne blanca lo que era apreciada también por las personas enfermas a la hora de comer pescado.
El bou y la rapeta habían trabajado siempre en dichas playas, o sea desde la isla de las Ratas de Campelo, hasta la misma playa de Posardiña en Chousa. (hoy paseo de la cantera)


Cuando yo tenía catorce años, mis primeros trabajos de marinero era arrastrar por el bou, por todo el cantil de dicha playa. Entonces había cuatro chalanas del pueblo en las que dos personas de la familia trabajaban así para el sustento de su casa.
Por tanto, en 1960 era el bou, boliche, jábega, cerco, xeito, y piarderas las redes principales. En una minoría estaba el rastro del camarón; la gancha para la almeja, y la rapeta.

Vicente Pérez, en el bajo de su casa montando las redes actuales de betas, para su barco. Es el único en Combarro que monta las redes para los otros barcos del puerto, pues hoy ya no quedan rederos en el pueblo.

Los nuevos armadores y patrones no saben ni quieren aprender a atar o montar los aparejos para sus pesquerías, prefieren pagar antes de hacerlo.
Algunos amigos de Marín y Rajó le traen paños para montar redes de trasmallos y betas.
De nuestra generación quedamos, él y yo como rederos, con conocimientos de montar barios tipos de red; como boliches, bou, piarderas, xeito, etc etc. Los dos, a los catorce años, ya sabíamos atar las redes.
En nuestras familias, al tener embarcaciones de pesca, era obligatorio saber atar las redes.

El amor por el mar le ha llevado a coleccionar restos de conchas o piedras formando figuras marinas, todo tipo de nudos marinos y otros. Su almacén más bien semeja un pequeño museo del mar.
En las paredes, colgadas, se ven las artes en miniatura que él de muy buena gana quiso tenerlas como recuerdo de sus días jóvenes de mar en las playas de Combarro.

En el año 1965 estaba de moda el pequeño aparejo de arrastre llamado en el pueblo vedrines. ( En las leyes marinas está como bou de vara ) Esta arte era muy especial para la pesca de la nécora en la zona de las bateas de Combarro.
Después de unos años de estar dichas bateas por toda la zona de el Lodo, se forma un maravilloso criadero de nécora de gran calidad. Enseguida los grandes restaurantes lo saben y los pequeños armadores del pueblo preparan sus barcos montándole a bordo motores de la marca Pazó. Durante varios años fue este marisco la gran riqueza, casi más importante que la propia almeja para los hombres de Combarro. Se vendía en la plaza de abastos de Pontevedra con destino a Madrid, donde un comprador de la villa de Sangenjo, Vidal, era el que mejor pagaba la docena

Os Presento la verdadera historia de la isla de Tambo


Hoy el pueblo de Combarro resulta de lo más atractivo ante los ojos del viajero que llega a sus calles o plazas. Su historia es un tanto escasa de datos, lo mismo que la mayoría de los pueblos ribereños de entonces. Al suponer de que se trata de un pueblo de pescadores, hemos de creer en la historia que posiblemente ya en el siglo V el pueblo estaba reconocido como tal.

Según anotaciones del historiador Sarmiento: tenía el puerto en el año 1500 veinte embarcaciones matriculadas, donde trabajaban ciento cincuenta hombres. Siendo sus artes principales el cerco y sacadas (jábega y boliche).

Mirando hacia atrás entendemos que la vida del pueblo estaba enfocada en la pesca y en la agricultura. La pesca no producía lo suficiente en abundancia, como para vivir de sus ganancias, y por todo ello, los vecinos aprovechaban todos los rincones de tierra que consideraban productivos. Así un día también llegarían a la isla de Tambo.

Sus tierras de labradío eran de secano. Ello me hace pensar que en el siglo VII cuando aparece por primera vez el monje toledano, ( no es muy seguro su origen ) san Fructuoso que venía de Portugal, en sus misiones de evangelización por los pueblos ribereños, fundó el primero de los monasterios de Poyo. La novedad viene; que es este hombre, el que va a la isla a descansar y orar. Ocurre que en la isla encuentra a la imagen de Virgen de Gracia, en un alpendre, un tanto abandonado. La isla se encontraba en estado primitivo. Las gentes del pueblo por allí no iban o lo hacían muy poco. San Fructuoso no vivía solo, pues a la isla también le acompañaban algún que otro discípulo. Un día descubrieron en la punta del noroeste un yacimiento de agua dulce, que allí aún nace hoy, y trataron de encañarla para su uso. Es en uno de esos momentos, cuando ocurre el famoso milagro de que anda sobre las aguas y se produce su canonización, como santo.

La embarcación que llevaban se le marchaba de donde la tenían. Le dice Fructuoso a su compañero; voy a por ella. Poco después, el compañero vio como éste, para llegar a la embarcación, caminaba por encima de las aguas, o eso le pareció a él. La noticia del suceso corrió de boca en boca y la gente, desde entonces, lo trató como santo. A todo esto sabemos que aun en 1800, la zona desde la isla a la costa de Combarro que tiene sobre 700 metros, con la bajamar quedaba en seco. Por tanto me creo que cuando se alejó en busca de la barca, caminaba por la playa, ( Brensa ) la cual tendría una pulgada de agua de profundidad, en el momento.

Este dato es el que aparece como más antiguo sobre el Santo, referente al pueblo de Combarro. En el año 1100 es cuando aparecen ya datos en el Monasterio, de los habitantes del Puerto. Es a partir del año 1105 cuando doña Urraca y don Raimundo, siendo abad Fromarico, integran toda la zona al mandato del coto de Poyo.


En el año 1589 es cuando el pirata Drake, en sus correrías por Galicia, desembarca en Tambo y encuentra unos santos que los vecinos del pueblo de Combarro tenían. Los tira al mar y se marcha. Unos meses después, a unos marineros del pueblo, trabajando a la pesca en las cercanías de la playa, le vienen enganchadas en la red los Santos, pero muy deteriorados.

La Santa, que era la más importante en aquellos momentos, la trajeron para el Puerto y la entregaron a los responsables del pueblo.



Aquí aparece un dato curioso y es que: la Santa unos días después, observaron que estaba muy dañada por las aguas salinas y se estropeó. Mandaron hacer en Poyo dos de madera. Dicen que una se quedó en el monasterio y la otra en Combarro. Pocos años después volvieron los piratas a acercarse por la ría. Tomando precauciones, los vecinos del pueblo acordaron esconderla en una casa del Xuviño.

En la zona de Renda había una pequeña cabaña donde moraban ermitaños, entonces los de Xuviño creen que es el mejor sitio para reguardar la imagen y, deciden construir al lado de un regato un oratorio y, allí ponen a la imagen. Luego ocurre que, -según contaban los viejos- la santa, por las noches se escapaba para la casa del Xuviño donde antes estaba. Creyendo que hacía esos milagros, pues a la mañana siguiente volvían a ponerla en el oratorio; a si hasta que deciden levantar una ermita y ponerla en ella. Fundando la cofradía de Nuestra Señora de Renda. Corre el año de 1679.

A través de los años la imagen que estaba en Poyo desaparece, solo queda la de Renda.

A principios del siglo XX, como la imagen era algo pequeña, pues no pasa de los cincuenta centímetros de alto, deciden hacer una imagen mayor que, pondrían en le sitio de la otra. Hoy se encuentra una imagen de las características de la de Renda en la iglesia de san Bernardo. Se cree que es la autentica de aquella época.

La curiosidad me invade al escribir estos párrafos de la pequeña historia de mi pueblo. En el año 2004, un armador y amigo me cuenta que dos años antes, pescando, en su barco con los rastros, a las vieiras; un día en la zona de Morrazán, vinieron en estos unas balas de hierro de cañón antiguas. La sorpresa les cogió de lleno, pero no sería total. Realizaron otros lances por el mismo fondo y por dos veces recogieron unas monedas de bronce. En su anverso decía; Carlos Primero 1557.

Inocentemente no le dieron importancia. Cuando escuché el tema me quedé atónito. Nuestra ría tiene más historia de la que sabemos.



Sobre el” Puerto de Combarro”, como así era su propio nombre, en los años 1491, aparecen cartas de “hermandad” contra los “voureantes” de Pontevedra, que pretendían apoderarse del derecho de ventas y salazones de las pesquerías. La Moureira entonces era puerto de mucha importancia. Pues desde Leixoes hasta Santander era a Moureira , (Pontevedra ) el puerto de más ventas y tráfico de salazones. Venían de Levante los galeones cargados de sal, para mandar pescado salado en carros a Castilla.


Los marineros se hacían fuertes en sus dominios pesqueros, por ello a menudo tenían pleitos con otros puertos de la ría.


La vida en Tambo seguía siendo ermitaña. Antes, en 1241, según dice don Benito de Bouzas, él, juntamente con otros dos caballeros, se hicieron ermitaños en la isla de Tambo. Estos donaron ciertas heredades a Xuño Fernández y a su mujer Benita Dacosta, en el año de 1279.


En 1502 el abad de Poyo, Martín Azpeitia, visita Tambo y deja allí a dos ermitaños que se llaman Gregorio y Rodrigo.

En el siglo XVII era famosa la romería de Tambo, en honor a San Miguel. La fiesta la llaman “ dedicación de San Miguel”. Se celebra el 29 de Septiembre. “Algún año ha habido, en semejante día y sitio, gran función y conjunto de gentes” “ del monasterio de Poyo se llevan todo lo necesario para la misa”.

Los de Combarro tienen obligación de tener listo un barco para ir a la isla y volver.

Por ello eran varios los galeones que los armadores del Puerto ponían a disposición para llevar a las gentes y traerlas. Galeones con cuatro remos por banda, navegaban desde el muelle de la Rúa, hasta la playa de Tambo.

Podemos ver las casetas que la armada tiene por la zona, para guardar cosas y también bañarse sus familias cuando es verano. Es una playa muy rica, en ella abunda: almeja fina, babosa, berberecho, navaja y ostra.


Esta pequeña ensenada era aprovechada por los militares. Abrigada por los vientos del oeste, resultaba idóneo para fondear los buques. Así, en los años de 1950, se encontraban allí amarrados a unas grandes boyas, dos balsas de tiro al blanco, un buque carbonero que abastecía a Marín y también había estado antes de la fecha el buque de guerra Conde Benedicto, cuando lo dieron de baja en la armada naval.

Un poco más a la izquierda de la foto, está un pequeño muelle que, era donde atracaban las lanchas y remolcadores que se desplazaban desde la Escuela Naval para atender a las necesidades de los hombres y animales que en ella tenían.

Todos los días sobre la una del medio día, una lancha militar con una larga chimenea de metal brillante, la miraba llegar cuando, estando pescando con mi padre a las sardinas en la zona.

Le llevaban en unas gavetas la comida a los soldados que hacían la guardia en toda la isla. En un bidón cortado por la mitad, con dos asas llevaban la comida de los cerdos que allí criaban por la zona de la playa: algunas veces se miraban por ella caminado.