viernes, 13 de febrero de 2009

La pesca de bajura


Cuando se habla de Combarro es indispensable el nombrar las pescas y artes que en él abundaron a lo largo de los siglos.
Como en el mar abundan tipos de peces también se necesitan tipos de red.
Los escritos nos dicen que en el siglo VII el pueblo ya era de pescadores, pero es sobre el XIII cuando nombran las artes de sacadas y cercos. Lo que los marineros entendemos que se trata de la jábega y cerco de gareta.
Hace cuatro años, en mi investigación en la biblioteca del Museo de Pontevedra, encontré unos dibujos de un famoso escritor de la época, donde se ve claramente tres tipo de artes de pesca. La jábega, el cerco y el palangre de boyas. (pelágico )

Ello me hizo pensar que serían las redes que más eran empleadas por los pescadores en aquellos siglos, al carecer de otros conocimientos como hoy.
Ya los datos que se conocían en 1900 eran de que los aparejos que se tenían en el pueblo en esos años de 1600 eran jabega y boliche.
Pero a principios del siglo XX las gentes del pueblo ya hablaban de otras artes, como la rapeta, la piardera, el bou, la pesqueira, o el trasmallo. (este último a mí me resulta un tanto dudoso, porque no los hubo hasta los años 1980 )
Yo sólo recuerdo, en todo el ayuntamiento de Poyo, a un solo barco de motor en el puerto de Rajó que tenía el arte del trasmallo, en el cual sólo andaba su dueño a bordo.
Pero si hacemos caso a los comentarios de las gentes, a través de los años, encontramos que el cerco y trasmallo no eran originarios del pueblo. Más bien eran de Pontevedra,
pues al final de la guerra de España es cuando los armadores del pueblo montan la red de cerco traídas de la Moureira.

Unas redes de gran importancia era la pesqueira y la entallada. Ambas muy parecidas dentro de su trabajo, aunque la entallada podía tener un largo de mil metros y trabajar en ella más de veinte personas.
En 1910, las playas de Marín eran muy buenas para la pesca de la pesqueira que atrapaba las sollas en la red al bajar la marea. Lo mismo que le pasaba a la entallada que al quedar en seco atrapaba los mujes en la red, ensacados en los senos que formaba dicho paño vertical, levantado por enormes estacas clavadas cuando aún estaba la marea llena.

Combarro, al poseer la gran llanura de playa con la bajamar, se consideraba una zona muy importante para la pesca de la solla. Este era un pez muy sabroso y de carne blanca lo que era apreciada también por las personas enfermas a la hora de comer pescado.
El bou y la rapeta habían trabajado siempre en dichas playas, o sea desde la isla de las Ratas de Campelo, hasta la misma playa de Posardiña en Chousa. (hoy paseo de la cantera)


Cuando yo tenía catorce años, mis primeros trabajos de marinero era arrastrar por el bou, por todo el cantil de dicha playa. Entonces había cuatro chalanas del pueblo en las que dos personas de la familia trabajaban así para el sustento de su casa.
Por tanto, en 1960 era el bou, boliche, jábega, cerco, xeito, y piarderas las redes principales. En una minoría estaba el rastro del camarón; la gancha para la almeja, y la rapeta.

Vicente Pérez, en el bajo de su casa montando las redes actuales de betas, para su barco. Es el único en Combarro que monta las redes para los otros barcos del puerto, pues hoy ya no quedan rederos en el pueblo.

Los nuevos armadores y patrones no saben ni quieren aprender a atar o montar los aparejos para sus pesquerías, prefieren pagar antes de hacerlo.
Algunos amigos de Marín y Rajó le traen paños para montar redes de trasmallos y betas.
De nuestra generación quedamos, él y yo como rederos, con conocimientos de montar barios tipos de red; como boliches, bou, piarderas, xeito, etc etc. Los dos, a los catorce años, ya sabíamos atar las redes.
En nuestras familias, al tener embarcaciones de pesca, era obligatorio saber atar las redes.

El amor por el mar le ha llevado a coleccionar restos de conchas o piedras formando figuras marinas, todo tipo de nudos marinos y otros. Su almacén más bien semeja un pequeño museo del mar.
En las paredes, colgadas, se ven las artes en miniatura que él de muy buena gana quiso tenerlas como recuerdo de sus días jóvenes de mar en las playas de Combarro.

En el año 1965 estaba de moda el pequeño aparejo de arrastre llamado en el pueblo vedrines. ( En las leyes marinas está como bou de vara ) Esta arte era muy especial para la pesca de la nécora en la zona de las bateas de Combarro.
Después de unos años de estar dichas bateas por toda la zona de el Lodo, se forma un maravilloso criadero de nécora de gran calidad. Enseguida los grandes restaurantes lo saben y los pequeños armadores del pueblo preparan sus barcos montándole a bordo motores de la marca Pazó. Durante varios años fue este marisco la gran riqueza, casi más importante que la propia almeja para los hombres de Combarro. Se vendía en la plaza de abastos de Pontevedra con destino a Madrid, donde un comprador de la villa de Sangenjo, Vidal, era el que mejor pagaba la docena

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