lunes, 13 de abril de 2009

As insuelas: Combarro


AÑOS DE HAMBRE:


A principios del siglo veinte, los habitantes del pueblo de Combarro se encontraron en su vida cotidiana con una gran escasez de medios para subsistir a los años más duros de la hambruna, que asolaba también al resto de Europa debido a las guerras.

hogares para comer, solos o con arroz. Eran las mujeres las que más se dedicaban a ese trabajo recorriendo todas las piedras en las que sabían que abundaba el bivalvo.


En 1912 el gobierno de Pontevedra, crea una escollera a lo largo de la ría de Pontevedra desde el puente de la Barca hasta la playa de la Cabecera, terminando en dos postillones con balizas fijas. A raíz de hacer las dos escolleras los vecinos de Combarro descubren que en dichas piedras el mejillón es abundante y muy bueno, lo que les lleva a dedicarse a su extracción durante muchos años.

Es precisamente en el año 1941 cuando es tanta la gente que va a por dicho molusco que no dan tiempo a que críe de nuevo, debiendo tener que rebuscar muy difícilmente entre sus ranuras y sitios difíciles de llegar con los medios que disponían para recogerlo. El dispositivo más común era una pequeña horquilla de dos dientes cerrados y una vulgar pala de madera o hierro, aunque también solían llevar una poda de hoja ancha que usaban para recoger leña en el monte vecinal.

que luego las cubrían tapándolas con un paño húmedo. Al día siguiente, por la mañana, iban a Pontevedra, cargando en sus cabezas dicha patela, donde luego era vendida en la plaza de abastos por docenas. De esa forma, comían y también ganaban unas pesetas por ese duro trabajo que era mayormente hecho por las mujeres.

Los habitantes de Pontevedra les agradecían esa forma de llevarles algo de marisco aunque ya estaba cocido, pero en buenas condiciones higiénicas; lo que también les ayudaba a combatir el hambre que padecían en esa época.

Pasado los años difíciles de la escasez de alimentos, los vecinos de Combarro, sabiendo que aquella costumbre era una manera de ganarse un dinero, lo convirtieron en un negocio más. Hasta la década de 1960 se siguió vendiendo el molusco cocido en la plaza de Pontevedra.


Un día ciertos señores de la capital, conocedores de la riqueza del mejillón, que crece constantemente a lo largo de toda la ría, deciden probar un criadero de un modelo que habían traído de Barcelona, fondeando frente a la playa de la isla de Tambo dos bateas de madera. El resultado fue tan propicio y abundante que unos años mas tarde llegaron a estar fondeadas más de cincuenta bateas entre Tambo y Combarro. A raíz de este negocio, que también daba trabajo a las mujeres del pueblo, se fue perdiendo la costumbre de ir a las piedras a por mejillón. El de las bateas resultaba más limpio y grande. Era envasado en sacos de esparto de treinta kilos que se mandaban para la plaza de Pontevedra y también para las grandes ciudades.

Según se sabe; en el pueblo de Combarro ya extraían el mejillón de las rocas en el año 1800, para venderlo en la Vila. (Pontevedra)

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